…¿Hacia
dónde vamos?
No
podemos rehuir de este tema. Existe un grave problema de gestión en fútbol
español que todo el mundo puede identificar: por un lado están los intereses de
los aficionados, abonados y socios de los equipos; por otro lado los de los
organizadores (LFP) y explotadores de los derechos de la competición
(principalmente los comunicadores audiovisuales). Los primeros pagan, se abonan
y consumen este Producto, esencialmente por ver jugar a su equipo los domingos
(o como mucho algún que otro sábado). Los segundos pagan, explotan y difunden
el Producto para cubrir sus inversiones y maximizar sus beneficios, por lo que
confieren 10 horarios distintos en 4 días para los 10 partidos de cada jornada
liguera. En medio, los clubes y jugadores, que por una lado entienden a su
gente (aquella que les apoya y los sostiene), pero por el otro, no tienen más
remedio que venderse al que les ayude a salir de la insolvencia generalizada en
la que viven la mayoría de estas entidades deportivas profesionales.
Esta
es una lucha de poder donde actualmente lleva la partida ganada el que más
dinero pone sobre la mesa (de momento los segundos, pero ya veremos cuanto
aguantan…). Muchos clubes consideran que el actual reparto económico por la
explotación de la competición es injusto; otro no tanto… Algunos consideran que
la distribución de horarios beneficia la imagen de la competición fuera de
nuestro país, mientras que otros se siente muy perjudicados por jugar jornada
tras jornada un día diferente (sobre todo viernes y lunes).
Pero
analizando este “desconcierto de horarios”, encontramos que también perjudica directamente
al propio deporte, al fútbol modesto. Ese fútbol regional, base de la pirámide
sobre la que se asientan nuestros clubes profesionales. El fútbol amateur, con
infinidad de licencias deportivas (el 90% del total del fútbol), siempre va por
detrás y a remolque, sin apenas ayuda, intentando sobrevivir al empacho del
fútbol mediático. Un ejemplo claro. Que el Málaga CF juegue a una hora peculiar
como un sábado a las 16:00 (jornada 10), no solo afecta positiva/negativamente al
propio Málaga y a su rival; sino que también condiciona al fútbol comarcal de
su entorno, regional o de base, que para tener una entrada digna a sus
encuentros, realizan infinitos malabares para no coincidir con los grandes, ya
que los ingresos del día de partido (matchday
para los mediáticos) es casi su única fuente de supervivencia o financiación.
No
obstante, todos juntos, clubes, aficionados y organizadores tienen también
tienen intereses comunes: la sostenibilidad del Producto como principal vía
para la rentabilidad. Nadie quiere que el Producto (Liga Española de Fútbol)
pierda valor.
Si
la Liga pierde interés para los aficionados…, o para los operadores de TV… ¿Quién
no es capaz de asegurar que este abandono local cambiará el formato
radicalmente para que la Liga española se dispute entre semana y se avance
hacia una Liga europea en fines de semana como ocurre con el balonmano?
Algunos
verán el declive de la Liga española como la oportunidad de la tan esperada
Liga europea regular. A los españoles nos puede parecer mucho más atractiva
esta idea (incluso puede que convenzamos a nuestros vecinos italianos), pero intuyo
que esto es solo una quimera para ingleses y alemanes, profundamente orgullosos
de sus campeonatos de fútbol, ya centenarios, con jornadas donde los horarios
simultáneos y razonables es la tónica habitual… ¡¡Y les va de maravilla!!
Sin
embargo todo tiene pinta de seguir un camino tortuoso hacia el abandono y el
desinterés mediático si no hacemos nada por remediarlo. La pérdida de
aficionados que no pueden ir a ciertos días de partido, sobre todo la afición
rival causando estadios prácticamente vacíos (independientemente del precio de
las entradas, que eso daría para un tema aparte), el cabreo de los abonados que
retiran su carné a principio de temporada esperando poder asistir para que
luego se jueguen partidos viernes, sábados, domingos o lunes a horas
inverosímiles, el sentimiento de injusticia de aquellos clubes que les obligan
a jugar esos días poco amables mientras que otros clubes son intocables, los
equipos sin patrocinador puesto que las empresas no ven un retorno claro con su
publicidad en la camiseta para la liga (ya que se da por bueno que en la Liga sólo
importa el partido contra Real Madrid o Barça) y la crisis que agudiza a todo
el país (también a los dueños de los derechos de explotación audiovisual) nos
llevan a callejones sin salida. Hoy, en la Liga BBVA, los clubes ceden sus
derechos al explotador audiovisual a cambio de un suculento bocado, que de
seguir esta decadencia, cada día se irá convirtiendo más y más en “el chocolate
del loro”…
¿Hasta cuándo podremos seguir vendiendo
La Liga de las Estrellas?
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