Rubén Gude Redondo
Investigador del Grupo IGOID
guder84@hotmail.com
@RubenGude
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guder84@hotmail.com
@RubenGude
El pasado domingo 30 de junio se celebró en Rio de Janeiro, en el mítico estadio de Maracaná, la final de la Copa Confederaciones de fútbol entre la selección anfitriona y la de España. Una competición que sirvió de aperitivo para que Brasil, como país organizador, se preparase de cara a acoger el Mundial de Fútbol en 2014 y más adelante, los JJOO de 2016.
Pero ni siquera un partido como ese, esperado por todos los aficionados al fútbol a nivel mundial y en un escenario considerado un templo para este deporte, impidió que se repitiesen las manifestaciones en las calles de Brasil que se habían venido realizando durante toda la competición. Manifestaciones que obligaron a desplegar un dispositivo de seguridad excepcional en todo el país y que incluso llegaron a hacerse presentes dentro del estadio, en el terreno de juego, con la aparición de pancartas portadas por varios de los participantes en la gala de clausura previa a la disputa del partido.
Durante la mínima cobertura informativa que recibieron las protestas de los brasileños, escuché comentarios a mi alrededor que venían a decir que "era raro que un país como Brasil, en el que el fútbol supone lo que supone, tuvieran lugar esas masivas manifestaciones". Lógica cuestión de prioridades, pensé yo...
En cualquier caso, es cierto que cobraron una mayor relevancia gracias a las declaraciones que hicieron varios de los jugadores "estrella" que forman o han formado parte de La Canarinha. Declaraciones como las de Neymar, posicionándose a favor de los manifestantes, Rivaldo, afirmando que "no era el momento de organizar la Copa del Mundo en Brasil", o Pelé y Romario, indicando el primero que los brasileños debían "dejar las calles y apoyar a la selección" y el segundo reprochando esas mismas declaraciones a O Rei.
Pero quizá, de todas las declaraciones que escuché, las que me parecieron más interesantes fueron las de Ronaldo, miembro del Comité Organizador del Mundial de 2014, en las que afirmaba lo siguiente: "Hablando con la gente me he dado cuenta de que el brasileño no está en contra del Mundial, sino en contra de la corrupción, de la malversación de fondos, en contra de la mala administración del sistema de salud y educativo."
Ante estas circunstancias acontecidas en Brasil, me resulta muy difícil no poner el foco de atención en la candidatura olímpica de Madrid 2020. Y es que, analizando desde esa misma perspectiva que sugería Ronaldo, creo que se puede llegar a entender con cierta facilidad por qué en esta ocasión, la iniciativa cuenta con menos respaldo popular que en las dos ediciones anteriores. E incluso, con voces muy en contra de la misma.
Es decir, creo que la mayoría de la sociedad tiene claro que unos JJOO bien gestionados son una oportunidad para la ciudad que los organiza y por extensión, para el país también. En definitiva, por diversas razones, son un acontecimiento a priori positivo. Pero conocemos demasiados casos en los que, por una mala planificación y peor gestión posterior, la oportunidad se ha convertido en una amenaza que se ha materializado después en desmesuradas pérdidas económicas. Por consiguiente, el papel de los responsables de la candidatura es fundamental para el éxito o el fracaso, en términos de rentabilidad, en la organización de unos JJOO.

En cualquier caso, la suerte está echada y el próximo día 7 de septiembre en Buenos Aires sabremos si finalmente es Madrid o no la "afortunada". No obstante, cabe hacerse muchas preguntas sobre el tema en cuestión. Por ejemplo, en el momento de crisis actual, con los recortes a la sanidad y a la educación públicas (entre otras áreas sociales afectadas), que estamos sufriendo en España, ¿son apropiadas las inversiones a una candidatura de este tipo? Y tratándose de dinero público, ¿esta iniciativa está dotada del nivel de transparencia que debería? Por otro lado, ¿es realmente rentable para la mayoría de la población la celebración de unos JJOO o benefician principalmente a los políticos en el poder y a las grandes corporaciones? En cuanto a los valores que tiene el deporte, ¿no consideráis que son excesivamente mercantilizados? Y ya para terminar una pregunta directamente relacionada con el sector en el que nos movemos, ¿creéis que los mismos responsables de aplicar un IVA del 21% al sector gimnasios en España y de trabajar en la dirección opuesta a la regulación profesional del deporte (entre otras medidas de dudoso beneficio para la población) son los más apropiados para "vender" ahora el proyecto olímpico? Me gustaría conocer vuestras opiniones al respecto.
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